lunes, 18 de enero de 2016

El Metrosexual

*Me acordé de esta historia porque descubrí hace poco en la carpeta de “otros” de facebook un mensaje de hace años.

 

Visitando Barcelona había quedado con unos amigos que no veía desde hace mucho tiempo para salir de copeteo. Nos juntamos unos cinco; tres chicas y dos chicos, solo dos de ellos eran amigos míos. Después de las primeras copas por los bares de Gracia fuimos a una discoteca para acabar de rematar la noche, pero a mi lo que remató fue el ambiente, ni un solo tio bueno, yo venía dispuesta a darlo todo con un precioso catalán (hombres mediterráneos como me gustan a mi) pero aquello no pintaba muy bien el mercado estaba escaso de buena mercancía; para qué engañarnos eran todos bastante mayores que yo y poco agraciados.

La noche pasaba y los cubatas iban entrando mientras yo (y todos los demás también) cogíamos un pedo importante. Mi amigo intentó ligarse a una chica y aunque ella le seguía el rollo al principio se veía de lejos que no iban a acabar yéndose juntos. Observando el panorama y en un momento de aburrimiento me puse a hablar con el otro chico que había venido con nosotros el cual no había articulado palabra en toda la noche.

Resulta que era bastante bonico; tenía carita de adolescente, con barbita arreglada de tres días y sonrisa profident. Pequeñito, delgado. Llevaba una camiseta de cuello redondo amplio ajustada y pantalones cortos a la moda del Bershka, era muy gay, seguro que le iban las pollas tanto como a mi.

Empecé a darle conversación diciéndole lo mono que era, que no me habia fijado antes en él que bla bla bla, él se reía con cierto nerviosismo y miraba para todos los lados.

- ¿Esperas a alguien?
- ¿No, por?
- Como miras para todos los lados... ¿Eres gay?
- Jijijiji... no, no lo soy.
- ¿Tienes novia?
- No, tampoco.

Era muy metrosexual para mi gusto pero bueno si él decía que no era gay... aquel era el dato que me faltaba para ponerme a la caza con los colmillos por delante.

Pero la cuestión es que lo tenía acojonadísimo, seguí hablándole de su ropa, que me parecía muy metrosexual, pero que eso no le quitaba encanto, que estaba muy bueno, que iba yo a enseñarle bien lo que era pasar una buena noche, que me lo iba a comer entero, que mira que brazos tienes, que mira que carita...todo salía de mi boca disparado sin dejarle tiempo a reaccionar, él no sabía donde meterse. Sin el filtro de la autocensura y amparada por la sinceridad del alcohol le dije que si se dejaba, me lo iba a follar tan bien que se iba acordar toda su vida, que era una perita en dulce y que yo tenía tanta hambre que me iba a comer hasta el rabo.

- ¿en serio estoy bueno? 
- Buenísmo.

No se lo acababa de creer y eso me ponía aún más. A los hombres también les gustan que les digan cosas bonitas sobre todo si son para llevártelos a la cama. Ya no apartaba la vista como antes, de tanto en tanto miraba alrededor en plan “¿de donde ha salido esta tía?” y me sonreía tímidamente. Yo le susurraba que lo iba a tratar como un rey mientras aprovechaba y le pasaba el dedo por el escote. Seguía tocándolo mientras le decía que era precioso y que se merecía lo mejor, que yo se lo iba a dar. Y no mentía.

A la salida del garito perdimos un poco el tiempo porque mi amigo seguía insistiéndole a la chica así que entre el yogurín y yo la cosa se enfrió. Después de todo lo que le había soltado para intentar llevármelo a la cama ya no me quedaba saliva ni inventiva, “que sea lo que tenga que ser”.

“de la cuidad condal tu eres pero a mi tu no me quieres, para ser de la cuidad condal hay amor me tratas muy mal.. Era una chica muy mona..ah.. que vivía en Barcelona.”

Me senté en una moto a ver como se solucionaba lo de mi amigo porque yo me quedaba en su casa a dormir, y en esos momentos se me acercó el metrosexual y me plató un morreo. Me quedé alucinando. No me lo podía creer. Mi insistencia de camionera había dado resultado y ahora tenía pegado a los morros a aquel chico tan mono, ¡que suerte la mía!

Por fin nos fuimos los tres a casa de mi amigo y éste con gesto incómodo y algo enfurecido (ya que nosotros íbamos a follar y él no) nos tiró una manta en un colchón que había en el suelo. Yo había estado chichándole todo el camino y la verdad que era muy gracioso verlo enfadado. Cuando finalmente estuvimos solos Metrosexual y servidora nos sentamos en el sofá y yo lo miraba divertida. Toda aquella situación me parecía muy cómica.
 

Poniendo mi mano sobre su pierna me acerqué para besarlo y sus labios empezaron a seguir los míos con mucha dulzura, le había dicho que lo iba a tratar como a un rey y eso haría. Me puse sobre su regazo boca arriba mientras nos besábamos y le acariciaba el cuello, el pecho, le decía lo hermoso que era... Poco a poco se iba poniendo duro mientras le tocaba el bulto por encima del pantalón acariciándolo suavemente de arriba abajo. Después metí lentamente la mano por dentro del pantalón rozando su miembro despacio a la vez que le mordisqueaba las orejitas...

Nos desnudamos poco a poco descubriendo ese cuerpo suave y delgado. Me tumbó boca arriba y se bajó a comerme la raja tan ricamente. ¡y yo creía que era gay! Me empezó a lamer los labios de fuera hacia dentro, haciendo círculos con sus morritos, haciendo zetas, emes, equis... ¡todo el abecedario! Aquello era una delicia, sentía un reconfortante placer, acariciaba su pelo mientras me recorría con su boca.


Después nos pusimos frente a frente sentados con nuestras piernas entrelazadas y metiéndomelo dentro recorría todo su pene mientras nuestras nalgas friccionaban con las sábanas, delante atrás, delante atrás, abrazándonos, gimiendo, jadeando, acariciándonos... nuestras partes cubiertas por fluídos resbalaban tanto que ni se notaba el preservativo. Cambiamos y me tumbé encima de él y me lo follé bien despacito primero y subiendo el ritmo después mientras lo miraba a la cara (esta vez no apartaba la mirada) me sonreía divertido y alegre. Alternaba acercamientos lentos y embestidas fuertes, cambiando el ritmo de tanto en tanto. Estaba tan contenta de haber conseguido llevármelo a la cama y estar follando con él que no me lo podía ni creer, y encima nos entendíamos de puta madre. Aquello había sido mucha suerte. Para acabar se puso encima mía y yo le abrí mis piernas para corrernos casi a la vez. Nos miramos una vez más antes de caer dormidos abrazados. A las pocas horas nos despertó la luz del sol que ya llegaba de lejos. Llegó tarde a trabajar pero se fue con una sonrisa de oreja a oreja y yo volví de la cuidad condal bailando la sardana.

sábado, 2 de enero de 2016

Cazadora

Soy cazadora, como Artemisa o Diana.
No en vano me gusta la carne fresca.
Saco todas mis armas para atrapar a cuerpos y almas desnudos.
Reconozco la belleza en todos y cada uno de ellos.

Me gusta la lucha por conseguir la presa que deseo
pero más me gusta la recompensa.
Espero impacientemente la próxima caza
aunque no deje de saborear lo ya conseguido.

Soy impetuosa, cazo con pasión y entrega.
Colecciono las piezas más valiosas en el fondo de mis entrañas,
no me interesa la carne pútrida, no la vuelvo a probar.

A veces vuelvo a cazar donde sé que como bien
otras me arriesgo en terreno desconocido.
Hecho de menos algunos los manjares
a los que sé que ya nunca podré acceder.

El destino me juega a veces malas pasadas,
Pero seguiré cazando por instinto.