viernes, 3 de enero de 2014

El Ardiente Monsieur

*Texto homenaje al Marqués de Sade. 


Querría el tiempo, el lugar y las amistades en común que Monsieur y yo nos conociéramos una tarde de invierno. Y a pesar de que en nuestra primera impresión yo pensé que no tenia nada que ver con aquel hombre (llevaba camisa de pijo) el candor de su sonrisa y su mirada traviesa de niño (y otras delicias que en breves les relataré) hacían  enrojecer mis mejillas, ensanchar mi vulva y palpitar mi clítoris.
Monsieur era un joven algo retaco para su edad que suplantaba su falta de altura con un corpulento y hombruno cuerpo; de hombros anchos, pecho amplio, posaderas firmes y piernas musculosas era una delicia erótica aderezada con una cara de niño revoltoso de pelo negro oscuro con mucha mata, pequitas en la nariz y una fila de dientes blancos perfectos por donde se asomaba una de las más hermosas sonrisas. Aunque sus ojos tenia un toque asiático  medio exótico, el conjunto de aquel hombrecillo (o mejor dicho hombretón) era de lo más perturbadoramente deseable. ¡Y com me miraba! cortaba el aire con sus ojos ardientes posándolos lascivamente sobre los míos, unos ojos que me gritaban ¡voy a follarte viva! ¡voy a hacer que te corras hasta quedar extasiada! 
Pocas veces te encuentras en situación de que te agrade y de agradar a alguien así tan instantánea y ardientemente. Monsieur y yo estubimos hablando y riéndonos en aquella primera vez que nos veíamos de cosas mundanas mientras nuestras miradas lascivas se encontraban una y otra vez, y como dos libertinos sonreíamos y salivábamos sabiendo que íbamos a desgarrar de gozo al otro. Ambos moríamos por el ardor del deseo de follarnos. Mi boca se abría instintivamente en pensar en las delicias que le tenía reservada a tan pecaminoso ser, mi pecho se inchanba intentando salir de su prisión de tela y mi vulva me latía con tanto impetu que podría notarla desbocandose de entre mis piernas. Éramos Lucifer y  Lilith.

Después de alimentar nuestras mentes e imaginación de escenas obscenas, al despedirnos juramos volvernos a vernos (y consumar dicho fuego que nos quemaba por dentro)  la próxima vez que nos viéramos, ardería Troya.




La ocasión no se dejó esperar y en día acordado en la hora concedida, servidora esperaba en el portal al objeto de deseo que elevaba mi temperatura con solo posar sus ojos en alguna parte de mi. Nada más vernos, no pasamos del portal; aquellos labios lijados como madera fina y resbaladizos se posaron en los míos con tanta gracia que podía notar como solo con esos besos podía sucumbir al orgasmo allí mismo...  Mientras me derritía, deseosos, ardientes y enfermizos subimos las escaleras sin despegar los labios. Llegamos a su casa y empezamos a quitarnos la ropa el uno al otro. Me metió mano lentamente por debajo de mi falda me bajó las bragas con un certero tirón dejando al descubierto mi sexo y girádome de espaldas recorrió con la punta de su lengua mis posaderas desde los bordes del ano hasta el centro del mismo,  paseándose por el perineo, llenándome con su jugo salival, para seguir bajando por los labios exteriores y acabar entrando con su boca a los interiores. Comiendome, abasteciendose entre mis piernas... saboreando los frutos que quedaban expuestos en la perspectiva que se le ofrece.  Me honraba con su lengua mientras yo gemía de puro placer, gozo y deseo que me quemaba por dentro, con ganas de ser follada de cuantas maneras y formas quisiera. Ya no podía pensar, el deseo era dueño de mis actos y pensamientos. Follame, fóllame, fóllameeeee...

Agarré entonces su miembro posando los dedos corazón, anular y meñique de la mano derecha en sus pelotas mientras con el índice y el pulgar agarraba el contorno de la base del pene. Y con la otra mano abierta de par en par agarraba firmemente ese culo perfectamente torneado tenierndo así bien asegurada la entrada  de su polla dura a mi boca , tiesa como una teja empezando a sentir como su miembro entraba  con ardor, procurando no irse adelantando, hasta que  alcanzo por fin el pelo de su aparato que se frota* en mis labios. Succionando estaba yo con la boca llena de toda su carne palpitante...  ¡qué deliciosos miembro!
Y mientras, cambiando de posición, yo ardo de lubricidad, deseando ser perforada y, no dejándome ser penetrada, masturba con su verga mi clítoris... ¡oh cómo sabe hacerme gozar!
Dejandome vencer a su voluntad y merced, cuando sabe que finalmente he sucumbido al placer que me quiera dar, por fin enebra su verga en la pequeña y húmeda cavidad ensartándola poco a poco (pero a punto de escupir fuego) moviéndose con ritmo pausado y calibrado mete entero su miembro hasta tocar su pelo con el mío. 

Tanta delicadeza me hace perder más la cabeza del deseo, del gozo, del regorcijamiento del placer que parece no va a acabar nunca... Su cuerpo y el mío encajan como una llave y su candado, se complementan, se deslizan juntos, bailan sinuosos...todo acompañado de besos profundos y un abarzo en el que nos fusionamos. Todo ocurre genialmente acompasado mientras brotan el fuego del deseo y el amor universal a todo lo placentero. Subiendo poco a poco el ritmo, respirando el aire entrecortadamente como si nos fuera a faltar, sudando, derramando gotas, gritando de puro gozo, gimiendo, goteando por la vagina y llegando al orgasmo se compaginan unas sacudidas sin tregua en las que me siento desvanecer dejandome llevar de puro gozo en un éxtasis que me recorre todo el cuerpo. Un tormento de energía que me sube desde la vulva hasta la cabeza. Y sacando él su verga del calentor y humedad escupe su leche blanquecina, espesa y desorbitadamente abundante que cae sobre mi coño y se esparce hacia mi ano como un río.  Algo que me excita sobremanera.

Y no dejándolo reposar más que unos segundos suciono su verga que aún tiesa con vivacidad apretándola contra mis labios para seguir con el placer que el coño me seguía pidiendo a gritos, lo tumbo para no cansarlo y mostrarle como soy de agradecida por darme ese orgasmo y los que van a venir a continuación, monto esa verga por la punta dándole solo la entrada al capuchón, mientras ahora él implora que lo folle hasta el final de nuevo y solo entonces me meto toda suya hasta el fondo de mis entrañas ejerciendo presión con mis nalgas y piernas mientras froto y muevo de arriba abajo, estrechando cada vez más mis piernas y volviéndolo loco, sacudiéndolo más y más dentro de mi, apretando toda su carne entre mis muslos, más rápido cada vez, yo estoy tan mojada que resbala como una cascada dentro y fuera mío. Él goza, se enerva cada vez más, su voz de torna gimosa y gime y gime ooh si, cariñó joder, ohh siii, me encanta como me los haces..ohh así así.. que bien.... me muero ohh... (y gritando como una mujer en celo) acaba soltando su leche de nuevo; ¡¡¡¡¡¡DIOOOOOSSSSSSS!!! 





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