martes, 28 de enero de 2014

Canciones y encoñamientos (Varios artistas)

¡¡Innaguramos nueva sección!! para aquellos días en los que estamos romanticonas, emocionadas, depresivas, exaltadas o simplemente musicales... pásate por la gramola de los hombres.

Cuando te encoñas por alguien (dícese de cuando no puedes parar de pensar en esa persona más que por el coño, y a veces, por gilipollas con el corazón y la cabeza también) todas las canciones de amor y desamor te recuerdan a él, digan lo que digan, suenen como suenen, encuentran un sentido para tí y la situación en la que te encuentras, como ocurre cuando una maruja acude a la adivina de turno y ésta relaciona todas las cosas de su vida con las ambiguedades que le dá la embaucadora.

Pero en ocasiones, ya sea por el momento, ya sea porque si, algunas canciones cuando suenan nos siguen recordando a esa misma persona, por mucho que queramos traspolarla a otras situaciones o a otras realidades. Y de eso va esta lista que os muestro a continuación, de las canciones que recuerdan a antiguos amantes, a grandes amores, a desagradables desamores y a hombres que , en general, se colaron en mi cabeza como una mala canción del verano que no dejas de escuchar en todas las discotecas cutres del pueblo.


Do you really want you hurt me?
Culture club

El príncipe con los ojos azul cristal.

Por aquella época yo acababa de descubrir los ochenta, The Cure, La polla records, Alaska y los pegamoides... y me emborraché de ilusiones en la primera fiesta gótica a la que fuí, dando por hecho que aquella gente era distinta a la de las otras discotecas de gente normal y que tenían mucho en común con mis pensamientos apocalípticos.
Él era el chico, para que mentir, más guapo de la fiesta (y seguramente de los raritos); alto y delgado, piel blanquecina, cara fina de niña, ojos azules cristalinos (con raya negra que los remarcba aún más y lo convertían en el príncipe mártir por antonomasia del sueño de toda gótica post adolescente) mayas negras y botas militares. Pensé como joven he inexperta que era ¿como un ángel como él podía haberse interesado en mi? Aunque para ser sincera fui yo la que me lancé por aquello de que el alcohol ayuda, nunca me ha gustado perder el tiempo, y las copas de más y la luz de menos hacen que una se envalentone de aquella manera.

Íbamos bastante borrachos los dos (aunque no tanto como para perder el equilibrio) y me sorprendió con aquella “intelectual” frase que utilizó para ligar que no me habían dicho nunca en mi vida (y la cuál no olvidaré) que fue algo así como: “¿cuál el último libro interesante que has leído?” Todo un logro en el arte de seducción para un post adolescente metido en el “rollo profundo” del movimeinto siniestrillo.

A los pocos días ya estábamos quedando de nuevo en su casa, pero no pasó nada. A los pocos días una enfermedad suya hizo que nos separáramos por un tiempo (muy gótico todo ¿no?) Lo que tampoco le vino mal ya que , como no acabamos follando, solo hablamos de transcendencias (todo lo que se puede ser a esa edad) supongo yo que se cansó y no me contestaba las siguientes llamadas. Aunque en mi mente seguía ese príncipe de ojos cristalizados, él me había olvidado por completo y así me sentía, dolida y llorando cuando Bob George entró en mi cabeza cantando eso del ...“Do you really want you hurt me...Do you really want you make cry...” Y supe que ésta se la dedicaba a él. Es curioso lo rápido que se desvaneció mi encoñamiento cuando tiempo después vi aparecer a “El príncipe con una camiseta de algodón blanca semejnate las de las películas de vaqueros que utilizan como camisón y una cuerda de caña atada a la cintura como cinturón. Además descubrí que lo que Really Really quería era hechar un casquete y chao. Así que ya finalmente perdí el interés que me quedaba de inmediato. Pero descubrí nueva música para mis oídos, ¡Dios bendiga al rey de lo hortera Boy George!  

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