sábado, 7 de diciembre de 2013

El lobo feroz

Èl era uno de esos tios buenorros que se saben romprebragas y aún así siguen teniendo esa capacidad de parecer "inocentes". La primera vez que lo vi mi subsconsciente pensó algo así como "uhmm...carne fresca" y es que estaba tan rico que daba hasta gusto mirarlo. Con sus veinticinco añitos; este morenazo, alto, delgado, de pelo corto, con un par de rastas colgando, barbita de tres días, ojos marrones y amante del "drum and bass" se cruzó en mi camino cual lobo feroz se cruza con Caperucita.
Como todo buen pueblo, las noticias mas que correr, vuelan y llegó a mis oídos como una chica había estado tonteando con este pecado de la naturaleza pero no había tenidoquerido nada con él porque le parecía que era demasiado "agresivo". Afortunadamente yo no era tan estrecha como ella y como ya le había hechao el ojo y ahora tenía pista libre, tenía la excusa perfecta para hacer que se acercara a mi guarida. Aquel había sido el verano de la sensación y todas las grandes parties se disputaban en mi casa. Llegó el día de uno de esos fiestones y le invité a venir. A las altas horas de la madrugada que apareció, yo ya llebaba una pedal de alcoholazo importante (¿de eso se trata en las fiestas, no?) y no recuerdo muy bien cómo pero acabamos enrrollándonos en el baño de mi casa. No sabría decir cuanto tiempo estubimos allí encerrados pero debió de ser bastante porque los invitados, haciendo cola, aporreaban la puerta para que les dejásemos entrar a mear.

Con la falda subida hasta el ombligo y el trasero en la pila del baño yo quebada justo a su altura,  perfecta para comernos a besos. Y nos comíamos literalmente, con una pasión desmedida. Todo besos, abrazos desgarradores, mordiscos en el cuello, los pechos, los hombros, los antebrazos.. Este chico sacaba el más puro instinto animal que había en mi. Realmente quería COMÉRMELO, pedazo a pedazo, trozo a trozo; besar su piel, morder la carne y metermela en la boca. Quería metermelo dentro en todos los sentidos. Podía aspirar el olor a macho alfa que desprendía desde el cuello hasta la punta de la polla, quería rastrear y disfrutar cada centrímetro... pero quería darme el manjar a gusto, sin prisas, degustar cada bocado...por ello dejamos la "cacería" a medias y posponerlo a un día que no tuviera invitados ni copas de más.

Así que la  oportunidad llegó a los pocos días en su apartamento. Solo hablar con él ya me ponía cachonda, solo ver su sonrisa picarona y ese bulto en el pantalón me hacían mojarme entera entre las piernas. Nos besábamos como si pudiéramos saborear la carne del otro, como dos canívales, nos desnudamos arrancándonos la ropa, impacientes por vernos desnudos (...y menudo cuerpazo...) nos mordisqueábamos por todas las zonas de nuestros cuerpos, estirábamos la piel del otro con nuestros labios. Me sentía como su fuera atacada por un lobo feroz que me desgarraba a cada mordisco mientras me abrazaba agarrándome fuerte y estrellándose contra mi. Me comía el coño con ansia, como si aquello se fuera a acabar y quisiera llevarselo todo a la boca con sus labios, su lengua... como si fuera un plato del que no querría despegarse, como una bestia con su trozo de carne entre sus garras.

Su polla estaba dura como un tronco, tiesa, palpitante, desafiante, grande, sabrosa... la lamía y succionaba de arriba abajo como si quisiera sacar todo el líquido de dentro de ella de un solo sorbo,  la llenaba con mi saliva, me la sacaba de la boca para volvérmela a meter entera... me la volvía a meter...sabía tan bien...

Aquello era más que follar como salvajes, era una pelea de fieras, nos quitábamos la iniciativa mutuamente; primero yo lo montaba como una amazona monta a un caballo desbocado , luego él me quitaba de encima y se ponía sobre mi abríendome las piernas, apuntando con mis pies al cielo mientras empujanba con todo su pollón contra mi dándome sacudidas y gruñendo como un toro.  Después nos poníamos a cuatro patas mientras yo gritaba de gozo y dolor placentero con cada envestida, más , más,  más y más... éramos dos fieras en la oscuridad unidas en el frenesí... penetrando y siendo penetrada...  hasta que no podíamos más y se le vaciaban los testículos en un río de esperma mientras exalába el último grito.

Cuando ya acabábamos, ambos agotados, se sentía como si hubiésemos estado en la guerra, derrotados por tanto esfuerzo físico. Yo con el coño seco como si de un pozo hubieran sacado todo el agua, él con la polla roja de tanto roce. Las agujetas me duraron una semana, como si hubiéra pasado los días en el gimnasio abriéndome de piernas. 
Heridas de guerra, arañazos en la piel, olor a macho, sonrisa de oreja a oreja ¡¡sabor a carne fresca!! ¡¡¡¡AUHHHHH!!!!
¡Hueles tan bien!




FICHA TÉCNICA:

Nombre: El lobo feroz

Personalidad: Tan simpático como para ponerte celosa de todas las mujeres con las que hablara.

Aspecto físico general: De esos que sabrías sería tu perdición enamorarte.


Tamaño y forma del miembro: Grande, adecuado a su tamaño, recto, imponente, salami en barra! ;)

 
El encuentro sexual: Caza mayor cuerpo a cuerpo.

¿Se lo recomendaría a una amiga?:  Solo para aquellas que se muevan por instinto. No apto para princesitas.

Cosas que me pasan por la cabeza: "Quirero comerte mientras te follo"


Valoración final: Como experiencia primera está bién, pero luego habría que suavizar el juego para no dejarte seca como una mojama, un 7.

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